lunes, 29 de agosto de 2011

El restaurante chino-thai-vietnamita de Daniel Giménez Cacho

En medio de la mexicanísima Plaza de Santa Catarina, en pleno barrio de Coyoacán, emerge, sorpresivo y audaz, el restaurante chino-thai-vietnamita El Dragón Dorado.

Desde la entrada al Teatro Santa Catarina un ambiente oriental se hace presente, mezclándose con la arquitectura local: lámparas redondas de papel, una tacita de té y una galleta de la suerte te dan la bienvenida. Ahí comienza la fusión. Ahí comienza la función.

Un par de hostess ataviadas con coloridas blusas chinas indican dónde sentarse, los boletos están numerados. Los asientos rodean por completo el escenario, en el cual se aprecia solamente una barra rectangular, un par de lámparas alargadas y algo de utilería.

Lo primero que se escucha es un gong. También será lo último que se escuche, luego de este suculento viaje gastronómico teatral.

Un hombre da la bienvenida a El Dragón Dorado, restaurante en torno al cual girará la historia, todas las historias. Ahí se cocinan, ahí se comen, ahí se regurgitan.

Aparecen otros cuatro cocineros. En total, tres hombres y dos mujeres. Pero los géneros de los actores da igual, pues lo mismo representan varones que damas, jóvenes que ancianas, insectos que humanos, que inhumanos. Una especialidad de la casa es ver a estos cinco entes convertidos durante casi dos horas en una flexible pasta oriental que se va transformando en profundo wonton, ardiente fideo o escurridizo tallarín según se necesite.

Cada uno representa entre tres y cinco personajes, salta de uno a otro en medio de un acalorado vértigo, propio de las cocinas orientales. No sólo eso, sino que a veces les toca actuar, a veces narrar y en otras ocasiones narrar y actuar al mismo tiempo lo que está haciendo su personaje y/ los demás; sus voces saltan continuamente de la primera a la tercera persona, como si la obra quisiera darle cabida a todas las voces, a todas las personas.

El Dragón Dorado tiene un formato casi cinematográfico, con la enorme dificultad que representa entrelazar personajes e historias sin las facilidades de la post producción. Gritos, mutaciones, utilería juguetona, golpes, saltos, órdenes urgentes, nombres de platillos, vejaciones, gritos de dolor: así se va desenvolviendo este caos estructurado, con ingredientes disímbolos, heterogéneos, que poco a poco se van convirtiendo en una misma y exquisita historia; una que, como puede esperarse en un restaurante chino-thai-vietnamita, va paseando por el paladar con sabores dulces (leche de coco), salados (salsa de soya), picantes (curry verde), frescos (té limón, jazmín, vegetales) y contundentes (cacahuate, hongos, jengibre).

Así pues, no es sencillo desentrañar el tema de la obra —si bien trata sobre la migración, también trata sobre la lucha, la esperanza, el amor, el desamor, la camaradería y la deshumanización—, así como tampoco es fácil nombrar rápidamente a su protagonista —¿un cocinero joven?, una cigarra quizás, tal vez el propio restaurante o, más bien, una muela picada—.

En la puesta en escena (o puesta la cena) se ve la mano de un director experimentado y experimentador, uno que, a decir de los actores, guía pero permite, orienta y deja volar, trabaja pero juega. Se nota la sazón de Giménez Cacho, pues.

Vale la pena darse la vuelta e incluso repetir ración. Quedarán más que satisfechos.

El Dragón Dorado abrirá sus puertas del 26 de agosto al 20 de noviembre del 2011 y estará atendiendo jueves y viernes a las 20 horas, sábados a las 19 horas y domingos a las 18 horas en el Teatro Santa Catarina: Jardín Santa Catarina 10, Plaza de Santa Catarina, Coyoacán.

A cargo de la cocina: Daniel Giménez Cacho. Preparando los platillos frente a usted: Arturo Ríos, Joaquín Cosío o José Sefami (alternan funciones), Ana Graham o Concepción Márquez (alternan funciones), Antonio Vega y Patricia Ortiz.

Cubierto: $150.

(Fotos: José Jorge Carreón y Piolo Juvera)

5 comentarios:

  1. Muchas gracias Mastro Piolo! Gusto en conocerlo. Daniel GC.

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  2. Nunca he tenido la oportunidad de ver en vivo y a todo color al señoron Daniel, ha de ser una delicia

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  4. Yo recuerdo mucho a Daniel Giménez Cacho en la obra Sexo, Mentiras y Videos, en el teatro El Granero, hace algunos ayeres. Estuvo fenomenal!!! Pensaba que ese había sido su primer éxito teatral.... Y punto y aparte, la crítica de Piolo es sensacional, y hasta antojadiza porque invita a visitar un restaurante así!!!

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